Hacia una fotografía de arquitectura más humana: conversando con Ana Amado

Desde el 2009, todos los 19 de agosto se celebra el Día Internacional de la Fotografía, recordando la presentación del daguerrotipo en la Academia Francesa de Ciencias. El daguerrotipo fue el primer procedimiento fotográfico, invento no menor para la historia de la humanidad y, cómo no, para la de nuestra disciplina. Hablar de arquitectura a través de la fotografía es, en palabras de Beatriz Colomina, uno de los principales medios de difusión de la misma.

Actualmente, gracias a la cantidad de herramientas de fácil acceso que existen para capturar imágenes, así como al boom de las redes sociales, el rol del "fotógrafo o fotógrafa de arquitectura" ha cambiado con respecto a épocas anteriores en las que estos eran comunicadores casi exclusivos. Aún así muchas arquitectas y arquitectos se han especializado en la materia, dedicándose casi exclusivamente a la misma. Pero cada ojo detrás de cada lente tiene su propia mirada, su propia manera de documentar proyectos, su propio procedimiento para narrar historias a través de sus capturas. Un ejemplo es el de la fotógrafa, arquitecta y artista visual española, Ana Amado, a quien tuvimos el placer de entrevistar, con motivo de conmemorar este día.

Ana Amado derivó a la fotografía después de algunos años de haber trabajado como arquitecta proyectista y comenzó con un acercamiento meramente descriptivo, haciendo reportajes fotográficos de proyectos que le encargaban amigos. Más tarde decidió formarse, realizando un máster en Madrid y disparando, de esta forma, su carrera profesional.

Hoy en día se posiciona entre las fotógrafas más reconocidas de España y aborda la fotografía de arquitectura desde un punto de vista más personal, más humano. Sus fotografías son historias que cautivan. La figura humana se fue introduciendo, poco a poco, como elemento conductual y cómplice, dándole alma a su trabajo. Porque las fotografías de Ana se caracterizan por eso, por tener mucha alma.

Ana concibe a la arquitectura como aquel escenario ineludible de nuestras vidas y, en sus proyectos personales, se focaliza cada vez más en lo social. Además, se advierte una evidente intención de visibilizar lo invisible, ya sean colectivos de personas, espacios, conceptos o relatos. 

Mili Sánchez Azcona (MSA): Ana, sabemos que te formaste como arquitecta ¿podrías contarnos cómo fue tu primer acercamiento a la fotografía de arquitectura y qué te motivó a hacerlo?

Ana Amado (AA): Me licencié en arquitectura y ejercí como arquitecta aproximadamente seis años, realizando principalmente edificios residenciales y algunos trabajos de urbanismo.

Durante mis años de estudiante de arquitectura nunca abandoné mi afición por las artes visuales, y esa afición cobró más fuerza tras licenciarme. Al terminar la carrera, me interesé por la escenografía y por la dirección artística. Llegué incluso a trabajar como asistente en la dirección de arte de una película.

Cuando comenzó a verse la crisis de 2008, decidí volver a estudiar. Realicé un máster en museología del arte contemporáneo; un posgrado de ilustración creativa, en la EINA, Barcelona; y finalmente abordé la fotografía, una asignatura que tenía pendiente.

Mi acercamiento a la disciplina se produjo durante los años siguientes a haberme licenciado, cuando comencé a fotografiar obras de amigos que se acababan de licenciar también y empezaban a tener sus primeros proyectos construidos, se trataba generalmente de pequeñas viviendas, siempre interesantes. Así empezó mi faceta profesional como fotógrafa de arquitectura, de una forma algo “no profesional”. Al ver que cada vez recibía más encargos, decidí realizar una formación seria, porque hasta ese momento, como fotógrafa, era completamente amateur. Y así fue que, cuando me mudé a Madrid, realicé un máster en fotografía en la escuela Lens, de Artes Visuales.

MSA: ¿Qué fue lo que produjo el punto de inflexión en tu carrera como fotógrafa? ¿Aquello que hizo que pasaras de hacer reportajes fotográficos descriptivos hacia un abordaje de la fotografía desde un punto de vista más personal?

AA: Podría decir que en mi trabajo hay dos líneas.

Por un lado están los encargos como fotógrafa de arquitectura, reportajes fotográficos de proyectos construidos para ser publicados en revistas o plataformas. Aunque se trate de documentación descriptiva, hay ciertas tendencias que me caracterizan. Suelo incluir mucho a la figura humana, cada vez le doy más importancia, no solamente para dar escala a las fotografías sino también para mostrar la arquitectura en uso, si el cliente me lo permite. Hay clientes a quienes les gusta mostrar la arquitectura desnuda y pura, la obra recién entregada, y me adapto. Pero cada vez son más los que me llaman buscando un trabajo que refleje mi estilo.  

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Piscinas Públicas Municipales de Castromonte. Image © Ana Amado

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Por otro lado está mi faceta personal y creativa, que cada vez se vuelve más extrema dentro de los proyectos que realizo día a día. Tiendo a intentar mostrar la arquitectura como fondo escénico de nuestras vidas. El primer proyecto que realicé y que puede calificar como mi “punto de inflexión” es Spanish dream. Se trata de un proyecto que comenzó en 2010 y que fue expuesto por primera vez en 2011. Lo realicé con otras dos arquitectas gallegas: Luz Paz y Marta Marcos. 

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Spanish Dream. Image © Ana Amado
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Spanish Dream. Image © Ana Amado

Spanish Dream es una reflexión sobre lo que estaba ocurriendo con la crisis económica del 2008, aquello que supuso desde el punto de vista global y sus consecuencias particularmente en nuestra profesión, pues provocó el gran paro del sector de la construcción. Reflexionamos sobre esto desde la propia arquitectura, como profesionales en activo que éramos, a través de la fotografía: qué había significado el hecho de habitar y qué significaba ahora con todo aquel parque inmobiliario abandonado, o a medio construir - "ruinas prematuras”, como lo llamábamos -. Se juntaron así esos dos mundos y esto significó para mí un cambio profundo en mi forma de ser fotógrafa y de ser arquitecta también.

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Spanish Dream. Image © Ana Amado
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Spanish Dream. Image © Ana Amado

La recepción que tuvo el proyecto fue lo que más me marcó. Comenzó como un divertimento y terminó exponiéndose en la Bienal de Venecia. Esto me dio fuerza para confiar en mis ideas y para continuar creyendo en otras ideas personales.

Personalmente, como mencioné anteriormente, me gusta mucho mostrar la arquitectura en uso. Después de todo, los arquitectos diseñamos edificios para que las personas los habiten. Muchas veces los renders y las fotografías de arquitectura reflejan una perfección casi inhumana, una arquitectura idealizada, pero lo humano no es perfecto. Incluso, en ocasiones - y gracias a las herramientas de trabajo que han evolucionado tanto -, las fotos de arquitectura llegan a confundirse con renders. Yo me pregunto en dónde está el límite. Esta cuestión, para mí, genera un importante debate, porque plantea la pregunta ¿hacia dónde proyectamos?, ¿hacia la imagen final? Las imágenes que se consumen en revistas o plataformas suelen mostrar ese punto de vista preciosista, complaciente y perfecto. Yo prefiero alejarme de eso: cuando un cliente llama para hacerme un encargo, busco mostrar su arquitectura desde una percepción humana no desde un “nivel Dios”. 

Es muy importante tener en cuenta la percepción humana. La fotografía de arquitectura es una herramienta de la que disponemos para recorrer un edificio, sustituyendo una visita en vivo que la mayor parte de la gente no podrá hacer nunca. Por eso intento transmitir una percepción cercana a cómo se siente uno realmente cuando visita ese edificio.

MSA: ¿Podrías contarnos un poco sobre algunos de tus proyectos personales?

AA: Como mencioné anteriormente, por un lado me interesa mostrar la arquitectura como fondo escénico de nuestras vidas, y por otro sacar a la luz o dar luz a través de la fotografía, utilizándola como medio para visibilizar o difundir realidades de personas o colectivos que no están suficientemente revisadas, valoradas, o no son conocidas. Mis proyectos giran en torno a esas dos ideas, algunos de ellos en torno a las dos a la vez. 

Por ejemplo, el proyecto que realizamos con el arquitecto Andrés Patiño,  Habitar el agua, sobre los poblados de colonización, une estas dos ideas. Aquí la arquitectura es el gran telón escénico de un programa ampliamente desconocido para el gran público, a pesar de pertenecer a la historia reciente de España. 

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Habitar el agua. Image © Ana Amado
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Habitar el agua. Image © Ana Amado

Otro proyecto que orbita sobre mis dos ideas es Bailamos bajo la lluvia, en el que se muestran jóvenes con Síndrome de Down bailando en una obra de arquitectura, conocida y premiada, del arquitecto gallego Emilio Rodríguez Blanco.

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Bailamos bajo la lluvia. Image © Ana Amado
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Bailamos bajo la lluvia. Image © Ana Amado

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Otro proyecto, todavía en curso, es Children of Architects, que muestra a hijos pequeños de arquitectos, fotografiados en obras realizadas por sus padres. He desarrollado este proyecto en Galicia, en Madrid y en Japón. Siempre aprovecho mis viajes laborales para tomar fotografías. En Japón tuve la oportunidad de fotografiar a los hijos de Tezuka Architects en el Fuji Kindergarten. Este proyecto pretende reflexionar sobre la infancia y la arquitectura, cómo puede esta influir en nuestro desarrollo como personas. Por ello, una parte fundamental del trabajo fueron las entrevistas que realicé a las familias, proponiendo cuestiones como la conciliación cuando la profesión es vocacional, si los niños estaban familiarizados con el lenguaje de la arquitectura, si solían llevarlos a las obras, cuáles eran los edificios preferidos de sus hijos, o si ellos querían ser arquitectos de mayores, entre otras cuestiones.

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Children of Architects. Image © Ana Amado
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Children of Architects. Image © Ana Amado

Todos mis proyectos personales son autofinanciados, o al menos comienzan siéndolo, lo que genera ciertas limitaciones. Pero es muy satisfactoria la retribución que brindan, aunque sea a largo plazo. Comenzar un  proyecto es sencillo y difícil al mismo tiempo. Se trata de confiar e intentar. Y, como todo en la vida, algunos ven la luz y otros se quedan en la oscuridad. Cada vez soy más autocrítica con mi trabajo. A medida que hacemos más fotos el listón se va haciendo más alto y eso, en muchos aspectos, es bueno. Pero hay que tener cuidado con una excesiva autocensura que nos termine bloqueando e impida la evolución del trabajo. Es mejor hacer y después decidir con qué nos quedamos.

Otro tema, no menos importante, es el del “factor público”. Lo que se consume muchas veces no coincide con lo que queremos hacer. Esta es una cuestión importante porque, si uno se profesionaliza y quiere vivir de esto, influye mucho lo que el público demanda. Hacer lo que uno quiere forma parte del camino de cualquier creador. Y, retornando al tema de la retribución de estos proyectos personales, cabe mencionar que, para mí, hay otra recompensa muy importante: que nos hacen más libres. Poco a poco podemos empezar a elegir y a decidir que no estamos de acuerdo con realizar ciertos trabajos. Es un camino lento y difícil, hay que resistir. Sin embargo, no hay que negar que la vida es, muchas veces, complicada y las condiciones personales de cada uno varían. Por tanto, en la medida de lo posible, hay que compaginar lo que uno tiene que hacer con lo que le gusta.

En el proyecto de los poblados de colonización lo más fascinante de todo fue ver cómo a una arquitectura dispuesta como un lienzo en blanco llega una familia con su pasado, la va moldeando y va dejando su huella. Ver cómo esa arquitectura, homogénea en un principio, se ha ido transformando al ser habitada, es fascinante. Esta transformación, las trazas de la acción de las personas sobre la piel de la arquitectura, en el arquitecto muchas veces genera dolor al contrastar con nuestra imagen idílica sobre la arquitectura antes de ser transformada a través del uso. Pero pienso que no debería doler tanto. Hay que conocer la realidad, no juzgar por la imagen. Aún así, tenemos herramientas desde la administración para regular la conservación de nuestro patrimonio arquitectónico moderno, encontrando un punto medio entre las necesidades de transformación de la arquitectura por parte de los usuarios, normalmente asociadas a cambios de uso, y la permanencia de todos aquellos elementos que definen esa arquitectura y le confieren valor.

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Habitar el agua. Image © Ana Amado

Otro proyecto que tengo en curso es el del Monasterio de Sancti Spiritus de Toro. Lo comencé antes de la pandemia, en 2019, cuando me fui a vivir 8 días al monasterio. Había visto un programa de televisión que mostraba a un grupo de mujeres que, en este caso, eran monjas dominicas de clausura que vivían allí. Me sorprendió escuchar lo que decían, ver su día a día, porque se tiende a pensar que estas personas, que viven encerradas voluntariamente, son extrañas. 

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Monasterio de Sancti Spiritus de Toro. Image © Ana Amado

La arquitectura era espectacular, clásica, un lugar idílico absolutamente, dos claustros y una iglesia maravillosa. Me pareció interesante entonces desarrollar un trabajo sobre estas personas, que son invisibles para la sociedad al vivir en clausura, monjas y monjes,- cada vez menos, por desgracia para ellos-. Son personas que habitan en monasterios, en abadías, edificios que forman parte del patrimonio cultural y que normalmente tienen un atractivo turístico, pero rara vez nos paramos a reflexionar sobre el hecho de que muchos de estos sitios están todavía habitados. Quise ir a conocerlas, a fotografiarlas y a explorar esta relación entre la arquitectura, una arquitectura patrimonial, con importancia histórica, y estas mujeres encerradas en ella voluntariamente, y terminé entablando una profunda amistad con ellas.

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Monasterio de Sancti Spiritus de Toro. Image © Ana Amado

Después de la pandemia el proyecto tomó otro matiz, pues todos tuvimos que estar encerrados, de una forma totalmente involuntaria. A medida que me iba acostumbrando a estar encerrada en casa, recordaba mucho esos días que pasé en el Monasterio, pensando en cómo sería quedarme el resto de mi vida en un solo lugar.

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Monasterio de Sancti Spiritus de Toro. Image © Ana Amado

Este ha sido un proyecto muy particular. Prometí a las monjas que daría a conocer su vida, de forma que mis imágenes ayudasen a acercar a personas que estuvieran planteándose seguir su camino, que sintieran esta clase de llamada, porque se están quedando sin vocaciones, el relevo generacional es escaso. Mis fotografías tratan de romper esa visión de que son extraterrestres. Son personas y, de hecho, con mucho sentido del humor.

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Monasterio de Sancti Spiritus de Toro. Image © Ana Amado
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Monasterio de Sancti Spiritus de Toro. Image © Ana Amado

Creo que llegar a este punto, en el que la fotografía trasciende tu propio ego y sientes que tu trabajo sirve para algo, no tiene precio.

Por otro lado me gustaría continuar con el proyecto y también convivir con monjes, a pesar de que últimamente mi foco de interés está centrado en las mujeres. Particularmente mujeres de cierta edad, porque aquellas son, para mí, las grandes olvidadas. Mi proyecto Lideresas reflexiona sobre esto. 

MSA: ¿Cuál crees que es o cuál te gustaría que fuera el impacto de tus proyectos fotográficos en los espectadores?

AA: Una vez que lanzas un proyecto, cobra vida propia. Algunos consiguen transmitir tu intención, ese relato o narrativa que armaste, otros no.

Mi intención, reitero, es transmitir una idea de la arquitectura más humana. Una arquitectura menos relacionada con un aspecto elitista, reservada para unos pocos, no accesible para la gente en general, y alejada del concepto de “arquitecto estrella”. Transmitir una idea de arquitectura que pueda ser comprendida por cualquier persona. Narrar realidades que no están suficientemente contadas. Si lo consigo o no, se escapa de mis manos. Sin embargo, cuantas más capas de lectura tenga un proyecto, mejor, eso es lo mágico.

MSA: ¿Podrías dar alguna recomendación o tip a los fotógrafos de arquitectura que recién están iniciando?

AA: Como profesora de fotografía, no suelo hablar mucho de mis proyectos, pero en algún momento, sobre todo al final de mis cursos, para animar a los estudiantes, me gusta mencionar el caso de mi proyecto Spanish Dream, en el que confié y vi cuán lejos se puede llegar, incluso sin apenas medios y en un punto muy inicial de tu carrera. La diferencia está en hacer o no hacer. Hacer no garantiza el éxito, pero si no haces no ocurrirá nada. Una buena idea no es una ocurrencia. Para desarrollar una buena idea hay que investigar. Investigar ya es parte de hacer. Si tienes una buena idea, desarróllala, confía en ella y llévala a cabo.

Por otro lado, para mejorar hay que hacer fotos. Formarse es un deber, las reglas y los límites, aunque suene extraño, ayudan a nivel creativo. Si te gusta fotografiar arquitectura, fotografía buena arquitectura. Si no tienes clientes todavía, fotografía arquitectura que te guste o interese y empieza a publicar fotos cuando ya tengas un volumen suficiente de buenas fotografías.

Paciencia y perseverancia, esa es la clave.

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Sobre este autor/a
Cita: Mili Sánchez Azcona. "Hacia una fotografía de arquitectura más humana: conversando con Ana Amado" 25 ago 2022. ArchDaily Colombia. Accedido el . <https://www.archdaily.co/co/987495/hacia-una-fotografia-de-arquitectura-mas-humana-conversando-con-ana-amado> ISSN 0719-8914

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